viernes, 1 de septiembre de 2017

HOMILIA 3-09-2017. DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO

ABNEGACIÓN




La vida cristiana cuando se vive afirmando todas las verdades y se armonizan unas con otras, siempre nos ayuda a ser capaces de vivir aspectos que pueden parecer contradictorios y, sin embargo, son complementarios. Si se viven en el Espíritu del Señor, como por ejemplo ser exigente y ser misericordioso, estar en el mundo pero sin ser del mundo, negarse a sí mismo y a la vez vivir una vida plena, uno se da cuenta de que todo lo armoniza y equilibra el Amor de Dios.
Esto ocurre en el Evangelio de este domingo. Quizás las palabras de este Evangelio nos cuesta aceptar y explicar. ¿Se puede seguir a Jesús sin la cruz, sin la abnegación, sin negarse uno a sí mismo? ¿Cómo se puede alcanzar la plenitud cristiana y a la vez renunciar a todo aquello que no nos deja vivir con plenitud el seguimiento de Cristo?
No podemos servir a dos señores. El seguimiento de Jesús exige lo más difícil, el negarse a uno mismo, asesinar el propio yo egoísta para que crezca el Tú de Dios, el nosotros, el abrirse al amor de los hermanos.
No es buena una espiritualidad que tratase de silenciar la exigencia de entregar la vida a lo que nos lleva el Amor de Jesús. Aquí, se encuentra el camino de la vida plena que pasa por la abnegación, por cargar con la cruz, por negarse uno a sí mismo. No es la renuncia para fastidiarse, sino el Amor que nos lleva a elegir lo mejor.
No podemos hacer de nuestra vida una búsqueda de reafirmarnos en nuestros egoísmos y pecados. El olvido de sí es el corazón del Evangelio, porque sin Él no se puede amar, nos amamos a nosotros mismos, pero eso implica que no salimos de nuestros propios intereses.

Seguir a Jesús exige cargar la cruz, el negarse a sí mismo. En el fondo, la vida cristiana, cuando se coloca cada cosa en su sitio, es muy equilibradora. El peligro es cuando no colocamos cada cosa en su sitio y desde el sentido común, que también está enraizado en la fe, ponderamos aspectos que a la larga pueden romper a la persona, cosa que nunca hace el Señor que además de Redentor es el que nos ha creado y sellado con su Amor. 

† Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres