martes, 24 de junio de 2014

Me esperabas en la cruz


Estabas crucificado y me acerqué a Ti, con mi manos de siempre manchadas por el pecado de la traición y de la cobardía… Me esperabas cuando estaba crucificado junto a Ti.
Al mirarte a Ti comprendí que no tenía que tener miedo. Aprendí a confiar, aunque estaba cargado con el peso de mis pecados, pues Tú jamás rechazas al que acude a Ti con confianza.
Y eso me pasó a mi: que te encontré con el Corazón abierto al perdón y a la amistad.
Hoy te miro una y otra vez crucificado y voy comprendiendo que la autenticidad del amor, se mide por la capacidad de entrega y sacrificio; de perdón, de amor y de misericordia.