viernes, 16 de mayo de 2014

Dios tiene mamá


(Orar con Lc. 2, 16-21)
Él no quiso renunciar al gozo de acunarse en los brazos de su Madre. María ha sido la única mujer que ha podido llamar a Dios hijo mío, porque Dios es hijo suyo. Cristo es totalmente del Padre y totalmente de María como Madre. En María Dios ha tenido mamá. Una madre que lo acogió aquella noche de invierno y lo llenó de todas las ternuras que solo las madres saben proporcionar a sus hijos.
Dios ha nacido de mujer y se ha hecho inseparable de todos y cada uno de los que caminamos en medio de sufrimientos y esperanzas. María se abrió totalmente a los planes de Dios y acogió con su Sí incondicional al Dios que quería vivir nuestra misma vida para que nosotros vivamos la suya.
El misterio de la Navidad nos recuerda que todo lo humano lo podemos vivir desde Dios. Al hacerse hombre, la Segunda Persona de la Trinidad nos indica y enseña el gozo de ser humano, la alegría de poder amar con nuestro mismo corazón humano. Nada de lo humano le es ajeno a Dios. Decir que Dios tiene mamá es vivir en el gozo de que su Amor es Incondicional, es siempre una oferta permanente e incondicional ante todas nuestras soledades.
Todo hijo quiere ser acogido y amado en brazos de una madre. Sólo en la medida en que acojamos la vida como el regalo mayor, nuestra vida se convierte en una fiesta continua. En la medida en que nuestra vida es portadora de vida, nuestro proyecto se une al proyecto del amor de Dios, que es un proyecto de vida, donde María como Madre de Dios acoge totalmente el regalo de la vida, el regalo de su Amor sin condiciones.
Nadie nace por un accidente. Estamos en el Corazón de Dios. La vida es siempre un canto a la Misericordia. La mamá de Dios acoge y entrega esa vida por amor. Maravilloso programa de vida cristiana en el año que empezamos: acoger toda la vida que el Señor nos transmite, sembrar de vida los caminos de la tierra y sobre todo ofrecer a Cristo, camino de la vida verdadera. La Madre de Dios y Madre nuestra nos recuerda que ella es Madre de Dios para alcanzarlo todo, y Madre de los hombres para concedérnoslo todo.