miércoles, 2 de abril de 2014

Tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero




 (Orar con Jn. 21, 15-19)
Pedro junto al lago, con todas sus heridas y todas sus negaciones, volvía a estar delante del Señor de la Vida Verdadera.
No fue fácil dejarse mirar a los ojos. Sobre todo saber que sus negaciones, vividas desde la mirada de Dios aún tenían solución.
No es fácil aceptar que cuantas más dificultades tenemos, más debemos arrojarnos en su Corazón y decirle una y otra vez “Tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero”. Y vivir con la convicción de que cuanto más nos acojamos a su amor, más nos compartirá el Señor sus grandes cosas, sus grandes amores.
Es necesario vivir con el convencimiento de que el Señor se aparece en todas las circunstancias de nuestra vida, en medio de nuestras desgracias y nos pregunta una y otra vez “¿Me amas?”.
Es fundamental que una y otra vez le podamos decir al Señor que Él conoce nuestras heridas pero que, a pesar de todo, también conoce nuestra confianza.