(Mt. 9, 9)
¿Qué
había en tus ojos?... ¿Qué reflejaba tu mirada?... Pasaste un momento por mi
vida y todo cambió. Vi que en Ti podía encontrar lo que llevaba años buscando
y… te seguí.
Todo
cambió contigo. Tú le diste la vuelta a “la tortilla” de mi vida y me dejaste
impregnado con tu presencia.
Cuando
hoy recuerdo tu paso por mi vida, veo que contigo he sido la persona más feliz
de la tierra.
Donde
todas las alegrías acaban, contigo comienzan… Eres el Amor que nunca termina.