¿Sabes
una cosa, Señor?
Me
gusta la madrugada
y
las noches con estrellas
y el
mar embravecido.
¿Sabes
una cosa, Señor?
Me
encantan los niños jugando
y
los ancianos cogidos de la mano
y el
beso de una madre
y la
ternura de los jóvenes.
¿Sabes
una cosa, Señor?
A tu
lado he aprendido a amarlo todo,
y a
vivir la vida
sembrando
esperanza,
y a
tener los ojos abiertos
y el
corazón en fiesta.
Amén.