martes, 9 de abril de 2013

San José del Evangelio


Sabiduría de la bondad
Editorial: Monte Carmelo
Año de edición: 2001
ISBN: 978-84-7239-654-8

Siempre me fascinó la figura de san José. Me parecía un hombre grande, elegido por Dios para custodiar sus grandes tesoros: Jesús y María.
Un hombre bueno que vivió amando desde el silencio. Su grandeza fue la de aceptar el “papel” que el Señor le pedía y que, aunque no comprendió sus planes, se unió a la fe de María, para vivir una aventura de amor en el seguimiento de Cristo. Siempre desde el silencio, desde la sombra; una sombra que cobijó con cariño a María y a Jesús.
La grandeza de José, está en su fe y en su fidelidad al tratar las cosas de Dios.
San José es un gigante en la espiritualidad cristiana, pues nos enseña a florecer allí donde el Señor nos ha querido sembrar. Vivió en la grandeza de lo pequeño, realizado por amor. No se cansó de hacer el bien. Supo estar a la altura que Dios le pedía. Por su humildad, pensó en retirarse si su presencia no era necesaria; si su estar, no era conveniente. Y cuando Dios le certifica en su papel, acepta sumiso y obediente a la fe.
San José ha sido el santo más cercano físicamente y de corazón, a Jesús y a María. Fue providencial en los planes de Dios. Fue “el hombre de confianza” de Dios Padre, que le confió los dos tesoros más grandes y queridos de la tierra: a su Hijo Jesús, y a María.
A san José la Iglesia lo celebra y venera con un culto especial porque su santidad es tan grande que no es superada más que por la Virgen María.
Salmo de san José
Señor, mi corazón
no es ambicioso,
sólo busco tu Amor,
darte mi pobre vida
desde el trabajo y el amor.
Ya ves, mis manos
encallecidas y limpias
pues no he buscado más
que hacer tu voluntad.
Nunca pretendí grandezas.
Sólo te quise a Ti
y servir a María y al Niño.
Mi vida es sencilla
como la mañana
y está tejida de entrega
y de dar la vida
desde todas las circunstancias
de mi existencia.
He buscado
siempre hacer el bien,
nunca me he cansado
de seguirte,
siempre he querido
vivir a tu lado.
Gracias por María y Jesús,
los tesoros más grandes
que han pisado esta tierra.
 (De la “presentación” del libro)