sábado, 20 de abril de 2013

Quédate con nosotros

Evangelizar desde nuestra tierra
Carta Pastoral del Obispo de Coria-Cáceres
al inicio del año litúrgico - Adviento 2007
Sumario

Quédate con nosotros
PRIMERA PARTE
Pastoral de la experiencia de Dios
Luces y sombras en el camino
Prevalece la esperanza
Al servicio de la experiencia de Dios
SEGUNDA PARTE
La Iglesia existe para evangelizar
Evangelizar en nuestra diócesis
TERCERA PARTE
Al servicio de los pobres, de los sufrientes
Le reconocieron al partir el Pan
Conclusión final
Oración a la Virgen de Argeme

 “Quédate con nosotros, la tarde está cayendo.
¿Cómo te encontraremos al declinar el día, si
tu camino no es nuestro camino?”
Agradezco al Señor el don del episcopado, que a través del Papa Benedicto XVI, me ha regalado por puro amor y gracia al servicio de la Diócesis de Coria-Cáceres y recuerdo con cariño a los Obispos que me han precedido en el servicio pastoral de nuestra amada Diócesis, y de manera especial a Monseñor D. Ciriaco Benavente Mateos.
Os envío y confío esta primera Carta Pastoral a todos los miembros de la Iglesia del Señor que camina por estas entrañables tierras de la Alta Extremadura, sirviendo a todos, pues “el hombre es el camino de la Iglesia” (Redemptor Hominis, n.14).
Me gustaría que fuera leída y meditada por los sacerdotes, los religiosos y religiosas, los consagrados, los seminaristas….. Todos los que realizan y viven su compromiso cristiano en las parroquias: catequistas, equipo de Cáritas al servicio de los más necesitados, grupo de liturgia…..
Me gustaría que los laicos, hombres y mujeres, familias, jóvenes, también los niños, tuvieran tiempo para leer esta Pastoral. Deseo llegar a todos los que confiesan a Jesucristo “como Camino, Verdad y Vida” (Juan 14, 6 ).
Me gustaría, en esta primera Carta, ayudaros a vivir la “pasión” por evangelizar en estos momentos en los que nos ha tocado vivir. Especialmente al inicio del Año Litúrgico, donde toda la Iglesia, desde lo que cree (expresado en el Credo), se lanza a celebrar el Año Litúrgico que conmemora el Misterio Central de nuestra fe: Jesucristo Muerto y Resucitado, que tiene su culminación en la Pascua que celebramos anual, semanal y diariamente en la Eucaristía y desde aquí lo vive y testimonia en el mundo...
Quiero hacer llegar a todos los movimientos apostólicos, asociaciones y cofradías, así como a las nuevas realidades eclesiales de nuestra Diócesis la alegría y la esperanza de comunicar y ofrecer el Evangelio, “fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree” (Romanos 1,16), a todos nuestros hermanos y hermanas con quienes caminamos al encuentro del Señor.
Esta Carta Pastoral tiene tres apartados que, de alguna manera reflejan las claves que deseo iluminen nuestro caminar evangelizando sin desmayo y sin descanso, ayudados siempre por la gracia del Señor y la fuerza del Espíritu Santo.
Primero: apostar por una pastoral que ayude y guíe a los hombres y mujeres a una experiencia profunda de Dios.
Segundo: lanzarnos a evangelizar como misión propia de la Iglesia ya que “la Iglesia existe para evangelizar” (Evangelii Nuntiandi, n.14).
Tercero: dirigir nuestro corazón, nuestra mirada, nuestras manos amigas y solidarias a los pobres y sufrientes, a los carentes de amor, a los irrelevantes….para que podamos afirmar que el Reino de Dios está entre nosotros (cf. Lucas 4, 18-19).
Esta Carta Pastoral tiene de fondo el texto del Evangelio de Lucas (cap. 24): El camino de Emaús, donde Jesús Resucitado sale al encuentro de dos discípulos y camina con ellos.

PRIMERA PARTE
PASTORAL DE LA EXPERIENCIA DE DIOS
“Aquel mismo día, iban dos de ellos a una aldea
llamada Emaús. Conversaban y discutían sobre
lo que había pasado”.
(Lucas 24,13-14)
Nuestra realidad es compleja. No es fácil evangelizar hoy, pero tampoco imposible. “ ¡Rema mar adentro!”. Esta palabra resuena también hoy para nosotros y nos invita a recordar con gratitud el pasado, a vivir con pasión el presente y a abrirnos con confianza al futuro: “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre” (Hebreos 13, 8) (Novo Millennio Ineunte”, n. 1.). Ser cristiano, en los momentos actuales, implica un reto continuo ante el que no podemos quedarnos indiferentes: Evangelizar. Es apasionante intentar ser luz en un mundo a veces oscurecido y descontento y compartir “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren” (Gaudium et Spes). Esto debe ser el anhelo y la ilusión de los discípulos de Jesús. La Iglesia debe arraigarse cada día más en el Misterio de Dios por ser la “Iglesia de la Trinidad” (cf. Lumen Gentium, 4). No pocos, aún sin saberlo, necesitan la salvación de Dios y aspiran a El. Lo dijo con palabras hermosas San Agustín: “Señor, nos hiciste para ti, e inquietos está nuestro corazón hasta que descanse en ti”.
En este tiempo que llevo de Obispo entre vosotros, he visto y he comprobado, allí donde he estado, el trabajo inmenso de tantos sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos, que entregan lo mejor de sus vidas al servicio del Señor y de los que sufren. De verdad, sois, queridos hermanos y hermanas, expresión viva de la Iglesia arrodillada ante Dios en adoración y acción de gracias para ser testigos y memoria del Dios Vivo en el mundo: sois expresión viva de la Iglesia servidora de la humanidad. Un análisis de la realidad en nuestra Diócesis realizado, desde la mirada de Dios que siempre nos acompaña, nos permite descubrir aspectos a los que debemos enfrentarnos para buscar soluciones mejores y más adecuadas.
EL SEÑOR CAMINA CON NOSOTROS. Está a nuestro lado, como con los de Emaús. Ni se adelanta para que no le perdamos de vista, ni se queda atrás para que, al no experimentar su presencia, vivamos con miedo y temor. Sencillamente camina a nuestro lado. En este texto de Lucas, los dos discípulos que van caminando se sienten, decepcionados, como nos puede ocurrir a nosotros, pero experimentan, casi sin darse cuenta, que el Señor camina a su lado. Y “cuando hay que subir monte (Calvario le llama El), siento en su mano amiga, que me ayuda, una llaga dolorosa” (Himno litúrgico).
En estos momentos quiero hacer un acto de fe, esperanza y caridad en el Señor de la HISTORIA que camina siempre a nuestro lado, haciendo mías las palabras de la Plegaria Eucarística V “Te glorificamos, Padre Santo, porque estás siempre con nosotros en el camino de la vida, sobre todo cuando cristo Tu Hijo, nos congrega para el banquete pascual de su Amor. Como hizo en otro tiempo con los discípulos de Emaús, El nos explica las Escrituras y parte para nosotros el Pan”. Por eso, no caigamos en el desánimo, la desesperanza…..Sigamos caminando y sembrando en fraternidad, con ilusión y esperanza, ya que El está a nuestro lado y nos parte el “pan “de su Palabra y de la Eucaristía.
LUCES Y SOMBRAS EN EL CAMINO
“Ellos se detuvieron con aire entristecido”
(Lc 24, 18)
Iban decepcionados. He comprobado algo que nos afecta mucho y que compartimos con otras Diócesis. EL ENVEJECIMIENTO DE LOS QUE TRABAJAN EN PRIMER LÍNEA DE LA PASTORAL. Sacerdotes que van cumpliendo años y siguen con mucho trabajo y que el relevo de sus múltiples tareas pastorales en las parroquias, hospitales, centros penitenciarios, delegaciones episcopales, no resulta nada fácil. Lo mismo ocurre en la vida consagrada que da lugar a que algunas casas tengan que ser cerradas o mantenerse bajo mínimos. En nuestra Diócesis, se han cerrado algunas casas de religiosos y religiosas y no es fácil cubrir estos puestos que tan intensa y fecunda labor han realizado, y que agradecemos de todo corazón. Lo hemos sentido mucho. Sin ellos nos empobrecemos.
Los catequistas en las parroquias, los agentes de pastoral, los grupos de cristianos, a veces, nos parece que están compuestos solo de gente mayor, mientras que no llegue el relevo de generaciones jóvenes. No pocos dirán que a la gente joven ya no le interesa lo que nosotros proponemos y ofrecemos. Sin embargo, estoy convencido de que Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios hecho hombre (cf. Juan 1, 14), sigue siendo la persona que mas atractivo tiene entre los jóvenes; otra cosa es cómo le debamos presentar a Jesucristo.
El ambiente en que vivimos es adverso. Con todo, vivamos con gozo el ser cristianos como nos enseñan con sus vidas muchos creyentes. Recordemos con alegría a los mártires que recientemente han sido beatificados. Sigamos a Jesucristo que nos llamó como a los primeros hermanos para estar con El y para enviarnos a anunciar el Evangelio, con poder de expulsar los demonios (cf. Marcos 3, 14-15). Por ello, hemos de comprometernos con el Señor y el Evangelio, aunque en más de una ocasión tengamos que remar a contracorriente porque vamos descubriendo que el ser cristiano “no se lleva”, y que casi siempre se trata de hacernos creer que somos “insignificantes” en todos los ambientes de la sociedad. No pocas veces, los medios de comunicación social solo dicen de la Iglesia aquello que pueda minar su credibilidad. Con todo, no perdamos la esperanza; existen otras realidades que nos estimulan y ayudan a ser y a vivir como cristianos en nuestra sociedad. Sintámonos a gusto en esta sociedad plural, pero sin renunciar a lo que somos, a lo que creemos y a lo que queremos vivir.
PREVALECE LA ESPERANZA
“El mismo Jesús se acercó y siguió con ellos”
(Lc 24,15)
Decía Martin Luther King “prefiero los que encienden una luz que los que maldicen la oscuridad”. Es el momento de la entrega al Señor y de caminar esperanzados porque El camina a nuestro lado. No es tiempo para lamentaciones. “Ha llegado la hora de emprender una nueva evangelización” (Chisti fideles Laici, n. 34).“ La obra actual de nuestra Iglesia tiene que ser -es- una hora de evangelización” (Testigos del Dios vivo”, n. 53). Es la hora de ponerse todos en la brecha; nadie puede cruzarse de brazos pues es la hora de mirar hacia delante. Dejar el pasado en las manos misericordiosas de Dios y tratar de corregir lo que no hicimos tan bien. Enfrentarse al futuro con la esperanza cristiana que nos dice que hay que confiar en la Providencia Divina, pues como dice San Pablo “para los que aman a Dios, todo les sirve para su bien”. Sobre todo, vivamos el momento presente como un momento de gracia y de salvación, como un “kairós”, tiempo propicio donde el Señor se manifiesta como el Señor de la Vida y de la Historia y que en medio de las contrariedades y dificultades de la vida sabemos “de quien nos hemos fiado” y estamos persuadidos “de que llevará a buen término la obra que empezó en nosotros”.
Vivir en nuestra Diócesis de Coria-Cáceres el tiempo de Dios, sin nostalgias del pasado, que no nos hacen bien y nos hace “soñar”, pero como decía el poeta: “los sueños, sueños son”. Ni tampoco anhelar y vivir un futuro que todavía no nos ha tocado vivir. Como dice el Beato Rafael: “la clave es siempre saber esperar”. Dice la sabiduría oriental que profeta no es aquel que mira por donde se oculta el sol, ni el que se pone nervioso pensando qué va a ser de nosotros si no amanece. Profeta es el que vive convencido y sabe por “los signos de los tiempos” que el Señor está con nosotros y amanecerá también en el momento presente. Profeta es el que vive en el convencimiento de que, cuando esperamos, “ya” empieza a amanecer en el horizonte, aunque al principio sean “signos pobres”. Profeta es quien intuye por dónde volverá a salir el sol para vencer la oscuridad.
AL SERVICIO DE LA EXPERIENCIA DE DIOS
¿No estaba ardiendo nuestro corazón cuando
nos hablaba por el camino y nos explicaba
las Escrituras
(Lc 24,32)
Lo más urgente y lo más importante es que a todas las personas  de nuestra Iglesia Diocesana y de nuestra tierra podamos ayudarles a descubrir como “Sabe Dios”. Es decir, vivir y ofrecer un profundo encuentro con Cristo Vivo, para que descubran, como dice Karl Rahner, que “el cristiano del siglo futuro o es místico o no será nada”. Estoy convencido de que debemos partir de una pastoral de la experiencia de Dios .Como nos recuerda Benedicto XVI “la persona tiene una profunda sed de Dios”; o se la damos nosotros o nuestra gente se muere de sed y buscará en las sectas, en los movimientos seudoreligiosos, lo que el cristianismo no le da. Los responsables somos nosotros.
Tenemos que ayudar a que nuestras gentes “ saboreen” el Amor que Dios les tiene y decir al mundo con alegría que “hemos conocido el Amor que Dios nos tiene y hemos creído en el (1 Juan 4, 16) .Tenemos que formar cristianos de una profunda vida de oración, que puedan decir que, un día Cristo les ha “seducido” y contárselo a los que se encuentren en su camino. Decía Pascal que solamente existen dos tipos de personas que valen la pena: “los que se han encontrado a Dios, o los que siguen buscando para encontrarse con El”. Una maravilla ¿verdad?.
Nuestra pastoral a todos los niveles tiene que promover y favorecer una profunda experiencia de Dios, a través de los medios de siempre (Ejercicios Espirituales, Retiros, Cursos …), o a través de otros medios nuevos que puedan ayudar a encontrarse con el Señor. Hemos de  poner al servicio de la Pastoral de la experiencia de Dios las personas y medios que tenemos en la Iglesia.

SEGUNDA PARTE
LA IGLESIA EXISTE PARA EVANGELIZAR
 “¿No era necesario que Cristo padeciera
y entrara en su gloria?”
(Lucas 24-26)
Aquellos dos discípulos de Emaús, descubren de pronto lo mas impresionante de sus vidas. Descubren que el Señor camina a su lado; que escucha una a una sus quejas y decepciones, pero también se dan cuenta de que “hace arder sus corazones” (cf. Lucas 24-32). El Espíritu Santo, “Señor y dador de vida”, nos concede la gracia de descubrir en todos los acontecimientos de nuestra existencia que el Señor nunca está lejos de nosotros. El gran secreto de nuestra vida de creyentes es saber que el protagonista de nuestra vida es Cristo, presente en nuestros corazones. No estamos nunca solos. El Señor siempre camina a nuestro lado hasta el punto que en más de una ocasión nos toma en sus brazos ante los escollos del camino. Así podremos alcanzar la santidad que es “Vivir con los mismo sentimientos que tuvo Jesús” (Filipenses,2, 5).
El objetivo de toda pastoral es evangelizar. Es vivir el Bautismo en plenitud ya que, en el fondo, esto es la santidad (cf Novo Millennio Ineunte 30). ¿Pero en qué consiste la evangelización?. Evangelizar es, sencillamente, llevar a Jesucristo a cada hombre y mujer que camina a nuestro lado. Creer de verdad que su vida vale la pena, que se puede ser feliz siempre con Cristo, incluso desde nuestra pobreza y pecado. Una persona es una historia de amor, porque el Señor siempre está a favor nuestro ya que Jesús es el Enmanuel (Mateo 1, 23), el “Dios con nosotros y a favor nuestro”. ¡Que alegría! ¿verdad?. Unos jóvenes escribían sobre el muro de Berlín: “Dios está con nosotros, no contra nosotros. Pablo VI nos recuerda que “evangelizar constituye la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de CRISTO en la Santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa (Evangelii Nuntiandi,14). Tengamos presente también que “no hay evangelización verdadera mientas no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios” (Evangelium Nuntiandi 22). Esta es su tarea más importante y urgente. Juan Pablo II nos decía que la nueva evangelización consiste en comunicarle a cada persona: “Dios te ama, Dios ha venido por ti”. Sí “ ¡el hombre es amado por Dios!. Este es el simplicísimo y sorprendente anuncio del que la Iglesia es deudora respecto al hombre” (Christi fideles Laici, 34)
EVANGELIZAR EN NUESTRA DIÓCESIS
 “Les explicó todo lo que habían dicho de
Él, en todas las Escrituras”
(Lc 24,13)   
Seguimos apostando por los planes pastorales, tan arraigados y tan bien ofrecidos en nuestra Diócesis. Esta Carta Pastoral pretende iluminar y potenciar estos planes. Tened en cuenta estas pautas y orientaciones que os ofrezco para ser más fecundos en nuestros proyectos diocesanos. Todo proyecto pastoral tiene que confesar y ayudar a vivir a Cristo Vivo, (el Alfa y el Omega, el primero y el último, el principio y el fin” (Apocalipsis 22-13), “la clave, el centro y el fin de toda la historia humana”(Gaudium et Spes, 10). Por eso afirma Benedicto XVI: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ella una orientación decisiva” (Deus Caritas est, 1).
Esta es la profunda misión de la Iglesia: hacer presente a Jesucristo en el mundo. Prácticamente, a lo largo de la historia, todo lo que sabemos de Jesucristo, lo sabemos por la Iglesia, Madre y Maestra nuestra. Hoy no se puede evangelizar sin partir de una Iglesia-comunión donde todos somos necesarios y todos nos enriquecemos y todos aprendemos de todos: seamos Iglesia de la comunión y de la evangelización. Por eso, Juan Pablo II nos exhortó a “hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión: este es el gran desafío que tenemos entre nosotros” (Novo Millenio Ineunte, 43). Tengamos presente que la comunión no es cerrada sino que “es misionera, evangelizadora” (Christi fideles Laici, 32). Por eso, los Obispos españoles afirman que “para impulsar una nueva evangelización en la nueva sociedad española (……) es necesario animar la comunión, corresponsabilidad y participación de toda la comunidad” (Cristianos Laicos Iglesia en el Mundo 57). Os exhorto encarecidamente a que descubramos con gozo y promovamos con perseverancia la unidad de todos los cristianos para que realmente el mundo crea. San Juan nos transmite la oración de Jesús: “Padre, que todos sean uno. Como Tú, Padre, en Mí y yo en Ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú le has enviado” (Juan 17-21). Desde distintas sensibilidades y desde la afirmación de una única fe, de un solo Señor y de un solo Bautismo (cf. Efesios 4, 5-6) potenciemos la evangelización.
1.- Los sacerdotes, como colaboradores directos del Obispo son sacramentos, signos e instrumentos de Cristo, Buen Pastor que “da la vida por sus ovejas” (Juan 10, 11); sin vosotros no habría una evangelización. Agradezco la vida entregada en gratuidad y cercanía de tantos sacerdotes que a lo largo y ancho de nuestra Diócesis, a veces olvidados y casi siempre incomprendidos, viven felices su entrega y su vida sacerdotal. Desde las parroquias de las ciudades y los pueblos, el servicio en la enseñanza, en los hospitales, en las cárceles, unidos a los laicos, son capaces de dar lo mejor que tienen y saben.
 Los diáconos permanentes, que realizan el servicio a la comunidad a través de este sacramento en orden al ministerio y que, como Jesús en la última cena (Juan, 13, 14-15) colaboran con el Obispo a una evangelización mas plena, poniéndose, humildemente, a los pies de las personas más necesitadas para servirlas desde el Señor
2.- Los religiosos y religiosas y consagrados que tan inmensa labor realizáis desde la gratuidad y cercanía en nuestra Diócesis. Agradezco la labor de los religiosos y religiosas de esta Diócesis, a través de múltiples iniciativas de evangelización. Ellos, hombres y mujeres, a través de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, “dones divinos que la Iglesia a recibido del Señor y conserva siempre con su gracia” (Código de Derecho Canónico, cn 575), nos recuerdan el seguimiento de Cristo para alcanzar la santidad. La vida consagrada no forma parte de la Jerarquía de la Iglesia, pero, “ sí pertenece a la vida y a la santidad de la Iglesia” (Código de Derecho Canónico, cn 574). Por eso, la acogemos, la valoramos, la promovemos y la agradecemos a Dios.
La vida íntegramente contemplativa. Quiero tener, también, un recuerdo afectuoso y agradecido de nuestras hermanas de vida íntegramente contemplativa. Sois don de Dios para nuestra Iglesia a la que enriquecéis con vuestra presencia y testimonio evangélico. Sois expresión viva de la Iglesia orante, entregando vuestras vidas por amor desde el silencio de vuestros monasterios y conventos. No estáis separadas de los hombres y mujeres, vuestros hermanos en el Señor, ya que habéis entregado vuestra vida en soledad, silencio y oración, por la entera humanidad. Vuestro amor se hace servicio a todos pues nos recordáis las palabras de Jesús, tan entrañables para los que creemos en El: “si el grano de trigo no cae en tierra y muere, quedará el solo; pero si muere, dará mucho fruto” (Juan 12, 24).
Existen en la Iglesia otras formas de vida consagrada. También queremos hacer presente en esta Carta Pastoral a los Institutos Seculares (cf Perfectae Caritatis 11) que viven la consagración en la secularizad, en el corazón del mundo. Realizáis una gran labor evangelizadora de las personas más sencillas. Os lo agradecemos de todo corazón. Recordamos la “Provida Mater” de Pío XII que dio cauce a esta manera de vivir la consagración desde las entrañas del mundo.
3.- Los laicos. Son la mayoría de la Iglesia y, por tanto, en nuestra Diócesis. Sois necesarios para la evangelización, ya que vuestra profunda vocación es llevar a las mismas entrañas de la humanidad y del mundo, la alegría de la salvación que nos trae y regala Jesús de Nazaret. Sigue siendo necesario despertar a este gigante dormido que es el laicado. Todos sabemos que “la Iglesia no está verdaderamente formada, ni vive plenamente, ni es representación perfecta de Cristo entre las gentes, mientras no exista y trabaje con la Jerarquía un laicado propiamente dicho” (Ad Gentes, 21). Por ello, podemos decir que sin un laicado adulto y responsable no es posible realizar la evangelización. En efecto, en un mundo secular los laicos –los hombres y mujeres, niños, jóvenes y ancianos- son los nuevos samaritanos, protagonistas de la nueva evangelización, con el Espíritu Santo que se le ha dado (Cristianos laicos, Iglesia en el Mundo, 148). Llamados a la santidad por el Bautismo, debéis hacer presente a Cristo en los ámbitos que os son más propicios y específicos la familia, el trabajo, la cultura, la política y lo social pues ser cristiano no puede ser relegado a la esfera de lo privado ni reducido a lo íntimo del individuo. Teniendo en cuenta que el carácter secular es propio y peculiar de los laicos (cf. Lumen Gentium, 31), os invito a que redescubráis vuestra profunda vocación en el corazón del mundo, donde se plantea y se deciden las grandes cuestiones donde es necesaria una profunda esperanza que el Evangelio es capaz de transmitir para que las relaciones humanas sean, cada vez, más justas, fraternas y solidarias.
 El apostolado seglar. Debemos apostar firmemente por el Apostolado Seglar para que sea un espacio de comunión entre todos los laicos de la Diócesis. Potenciemos con verdadero interés y esperanza los movimientos apostólicos, preferencialmente de Acción Católica (Adultos, Jóvenes, HOAC, Movimiento Rural, JEC, Junior); también deseamos impulsar las nuevas realidades eclesiales compuestas en su mayoría de laicos (Comunidades Neocatecumenales, Focolares, Comunión y Liberación, Renovación Carismática……). Es necesario que el laicado tenga su puesto en la Diócesis, no porque falten sacerdotes -sería un error plantearlo así- sino porque “los cristianos seglares obtienen el derecho y la obligación del apostolado por su unión con Cristo Cabeza. Ya que insertos por el Bautismo en el Cuerpo Místico de Cristo, robustecidos por la Confirmación en la fortaleza del Espíritu Santo son destinados al apostolado por el mismo Señor. Ser consagran como sacerdocio real y gente santa” (cf 1 Pedro 2 4-10) (AA 3). Entonces, ¿ si hubiese muchos sacerdotes no sería necesaria su presencia?. De nuevo afirmamos que su presencia es siempre necesaria ya que los laicos y laicas deben estar presentes siempre porque forman parte del Pueblo de Dios por el Bautismo y porque, si ellos no cumplieran su misión, no sería expresado en plenitud el mandato y el deseo de Cristo de ir y evangelizar a todos los pueblos y a todos los ambientes del mundo.(cf. Mateo 28 19-20). La nueva evangelización se hará, sobre todo, por los laicos o no se hará (Cristianos Laicos, Iglesia en el Mundo, 148)
Otras pastorales. Sería necesario potenciar la pastoral obrera, pastoral misionera, pastoral de la carretera, la penitenciaria, la pastoral de la salud y de la enseñanza, la pastoral rural, la pastoral ecuménica y el diálogo con otras religiones, la presencia en la universidad, la pastoral de encuentro entre fe y cultura. Impulsemos la presencia de cristianos comprometidos en los ambientes de marginación y exclusión acompañándoles y ayudándoles a vivir su espiritualidad específica.
Los jóvenes. Me preocupa mucho el tema de los jóvenes, pero estoy convencido de que la pastoral juvenil tiene presente y futuro. Para realizar esta pastoral hemos de cuidar la pastoral familiar, potenciar la atención a los niños y a los adolescentes, realizar las celebraciones litúrgicas en conformidad con lo que nos manda la Iglesia intentando que sean atractivas, participativas, promover siempre el encuentro personal de los jóvenes con Jesucristo. Convenzámonos de que no existe ningún ámbito juvenil a donde no se pueda llegar. Os pido, también, que prestemos la atención pastoral debida a los abuelos, grandes catequistas de hoy pues he constatado en mi trato con los jóvenes lo que, a veces, pueden hacer los abuelos. Me gustaría potenciar Vida Ascendente como movimiento en nuestra Diócesis con los mayores.
La Delegación de Pastoral Juvenil realiza un gran esfuerzo, en nuestra Diócesis al tratar de sacar adelante esta asignatura pendiente de la Iglesia. Sigamos potenciando las grandes opciones diocesanas y coordinemos cada vez mejor todo lo mucho y variado que se ofrece a los jóvenes desde la Delegación.
Profesores cristianos. Agradezco su gran labor y su presencia en este campo en el que nos jugamos tanto. Especialmente presto mi apoyo a los profesores de religión que a veces, en ámbitos difíciles, son auténticos “héroes” al transmitir lo que siempre ha ofrecido el Evangelio. Muchas veces, sin medios, y casi sin apoyos para el gran servicio que hacen a la sociedad .
Expreso, también, mi reconocimiento y apoyo personal a todas y cada una de la Delegaciones y Secretariados Diocesanos. Os agradezco vuestro trabajo, intenso y callado, a favor de la misión de la Iglesia. Hacéis así posible una Iglesia participativa y viva, una Iglesia misionera, cercana y haciendo camino con todos, servidora e inclinada con misericordia ante los pobres. A todos os invito a conocer lo que con mucha riqueza ofrecen todas las Delegaciones y Secretariados en nuestra Diócesis, así como a conocer el plan diocesano de pastoral y los objetivos que a través de la Vicaría de Pastoral se ofrecen y se presentan continuamente como una gran oferta evangelizadora. Preguntad a la parroquia, a vuestro grupo.

TERCERA PARTE
AL SERVICIO DE LOS POBRES, DE LOS SUFRIENTES…..
 “…….el día ya ha declinado”
(Lc 24,29)
Solo en la medida en que nosotros y nuestras vidas estén al servicio de los que sufren, se hará creíble la Iglesia. La señal de que Cristo camina a nuestro lado es “que los pobres son evangelizados” (Mateo 11, 5). El ser de nuestra vida de cristianos implica amar y escuchar, atender y curar, cargar y encargarse de los que sufren en quienes está presente el propio Jesucristo identificándose con ellos de forma real y misteriosa (cf Mateo 25, 39-40.42-43). Ante tanto dolor y desgarro en y desde una Iglesia pobre y solidaria con los pobres, hemos de renovar e intensificar la opción preferencial por los más necesitados, como ya lo aprobara la Asamblea Diocesana del Pueblo de Dios (Proposición nº 84), y nuestra Asamblea Presbiteral (El ejercicio del ministerio pastoral del sacerdote nº 13). Os invito, queridos hermanos, a no olvidar ni silenciar las pobrezas actuales, los pobres anónimos. Los pobres que, precisamente, provoca y genera una sociedad hedonista y consumista, a la que parece que solo le interesan los poderosos y los nuevos ídolos de la cultura dominante. La llamada de la Iglesia a servir a los que sufren es la llamada más urgente e importante. Aquí nos jugamos la comunión con Cristo y una profunda y verdadera evangelización.
El servicio de la caridad. Os recuerdo que Cáritas debe existir en todas las parroquias, en todos los arciprestazgos. Cáritas es la expresión concreta de la caridad de la Iglesia. Cáritas nos ayuda a descubrir las necesidades de los que sufren a nuestro lado, nos urgen a comprometernos al servicio de los empobrecidos de la tierra y nos alienta a transformar las estructuras de la sociedad para que sean más humanas, más justas, más solidarias. Un trabajo impresionante y un reto al que debemos responder. Junto a Cáritas, reconocemos y agradecemos el trabajo de otras instituciones de caridad al servicio de los necesitados que existen en nuestra Diócesis. Todos hacéis realidad una Iglesia samaritana.
LO RECONOCIERON AL PARTIR EL PAN
 “Como le habían conocido en la forma de partir el Pan”
(Lc 24,1)
Los discípulos de Emaús han caminado con Cristo sin enterarse. Hoy, Cristo viene a nosotros. El Señor se ha hecho descubrir en la Eucaristía, “al partir el Pan”, en el camino de la vida y en la comunidad. En su Palabra proclamada, en los pobres, en los signos de los tiempos….Habiendo sido encontrados por El en el camino de nuestras vidas y habiéndolo conocido no de oídas sino de cerca (cf 1 Juan 1, 1-3), podemos adentrarnos en los caminos del mundo, en los nuevos areópagos y plazas para ser memoria viva de Dios, para mostrar a todos a Jesucristo, para dar testimonio del Amor de Dios a toda persona que nos encontremos. ¿Sabes?. Dios te ama. Nuestra vida es “contar y narrar” y también “cantar y proclamar” las maravillas que Dios hace con los que confían en su misericordia y se ponen en sus manos misericordiosas. Con María, mujer contemplativa, digamos hoy: la Misericordia del Señor “alcanza de generación en generación a los que le temen” (Lucas 1,50). ¡Que maravilla!. Gracias, Señor.
Como la Virgen del Magnificat que nos ayuda como Madre y Amiga, recordemos las advocaciones entrañables con las que el pueblo cristiano invoca en Extremadura a la Virgen María: Argeme, Montaña, Guadalupe, La Inmaculada (La Encamisá)…. En los momentos difíciles recordemos las palabras entrañables de San Bernardo, “cuando la barquilla de tu vida parezca que va a hundirse, mira a la Estrella, invoca a María “.

CONCLUSIÓN FINAL
 “Contaron lo que les había pasado por el camino”
(Lc 24,13)
Tenemos que salir a los caminos de la Tierra para manifestar a todos el gozo y la alegría de ser cristianos. Es tiempo de esperanza y no de desánimo; es tiempo de siembra y no de ociosidad; es tiempo de evangelizar “de dos en dos”, “con el fervor de los santos”, “desde la contemplación”, “con la fortaleza el Espíritu”, “con signos visibles y audibles”. El Adviento nos recuerda que el Señor cumple sus promesas y “vendrá” y “sigue viniendo” para que, a pesar de todo, su Amor siga siendo el motor que mueve a toda la humanidad a edificar y construir la civilización del amor.
El Señor viene a la familia para descubrirnos el valor inmenso de la misma, el único lugar de este mundo donde se nos quiere de verdad, no por lo que tenemos sino por lo que somos. La Pastoral Familiar es clave, en estos momentos, para ayudarnos a hacer ver la verdadera educación que han de recibir los niños bajo la responsabilidad primera de sus padres. A través de la familia se evangeliza a los niños, a los jóvenes, a los mayores, a los novios, a los esposos, a los pobres, ya que, muchas veces, la familia se convierte el lugar de acogida, de perdón y de fiesta, según las circunstancias.
Contar a todos lo que el Señor es capaz de hacer, es vivir en la alegría del Evangelio que nos recuerda, siempre, que “Dios Amor”, que “Dios Trinidad”, que “Dios comunión” es imagen y modelo de la familia, donde un hombre y una mujer expresan con su vida el Amor de Dios.

Oración a la Virgen de Argeme para encomendarle todas nuestras tareas de evangelización en la diócesis
Madre de Argeme,
protege a nuestra Diócesis,
que camina en Coria-Cáceres,
con el firme deseo
de hacer presente a tu Hijo
en medio de la gente.
Ayúdanos a vivir
sembrando desde el Amor de Dios
los caminos de la vida :
de la esperanza que no defrauda,
de la lucha por la justicia ,
del servicio a los que sufren.
Virgen de Argeme,
que con tu ayuda de Madre,
acertemos en la evangelización
para seguir ofreciendo a la humanidad
lo que mas necesita
y los que, aún sin saberlo,
más nos piden:
a Jesucristo, Redentor del hombre,
el Dios Amor hecho hombre,
para que toda la Iglesia se ponga
a los pies de la humanidad,
como servidora
y experta en humanidad,
para seguir ofreciendo
la riqueza de Jesús de Nazaret
que es
“fruto bendito de tu vientre”.
A M E N